lunes, Jul 8, 2024
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El Molino: Un viaje al pasado de la confitería porteña

El emblemático edificio del Molino, ubicado en la esquina de Rivadavia y Callao, cumple 107 años y se prepara para reabrir sus puertas. Con la “Experiencia Molino”, los visitantes podrán recorrer la histórica confitería, el salón de fiestas, la azotea y el subsuelo, y sumergirse en una época dorada de Buenos Aires.

El Molino, ese antiguo edificio que solía ser un referente de la confitería porteña, está a punto de recuperar su esplendor. Nazarena Aparicio, arquitecta encargada de su restauración, describe su primera visita al edificio abandonado en 2018 como “una aventura entre goteras, oscuridad, suciedad y ratas”. Sin embargo, a cinco años de aquel día, el Molino ha cambiado drásticamente y se acerca a su reapertura en su aniversario número 107.

A partir de julio de 2023, el Molino ofrece la “Experiencia Molino”, un recorrido gratuito y guiado por la confitería, el salón de fiestas, la azotea y el subsuelo. Este emblemático lugar fue testigo de la presencia de personalidades como Eva Perón y Madonna, y ahora se abre al público para que puedan sumergirse en la historia y esplendor de Buenos Aires. La visita requiere inscripción previa en delmolino.gob.ar y los cupos son limitados.

Inicialmente, el Molino estuvo en manos privadas desde su inauguración en 1916. Sin embargo, en 2014, el Congreso de la Nación aprobó su expropiación y el edificio pasó a ser responsabilidad del Estado. A partir de ese momento, se inició un arduo proceso de restauración, tanto del patrimonio físico como del intangible.

Guillermo García, arquitecto y especialista en gestión de patrimonio cultural, destaca que el objetivo principal del equipo de restauración es preservar el edificio y reconstruir las historias de aquellos que alguna vez disfrutaron de un café frente al Congreso de la Nación en el Molino. El enfoque está en recuperar la memoria a través de la interacción con la gente y sus recuerdos.

Durante el proceso de restauración, uno de los primeros objetos en ser recuperados fue un gran reloj de madera que marcaba la hora en una de las esquinas del salón principal, frente al Congreso. El reloj fue restaurado por un relojero que se emocionó con la historia y no solo se encargó de su restauración, sino que también lo reinstaló en el edificio. Esta restauración permitió descubrir tres sellos: el de la fabricación original, el del primer mantenimiento y el de la restauración actual.

Otro ejemplo del trabajo colaborativo con la comunidad fue la recreación de las cuatro esculturas de leones alados en la cúpula del Molino. Estas esculturas habían sido demolidas años atrás por cuestiones de seguridad, pero gracias a fotografías de la época proporcionadas por antiguos clientes de la confitería, se logró recrearlas desde cero. Cada león pesa alrededor de 1000 kilos y fueron ensamblados en la cúpula después de ser elevados en partes.

Durante el proceso de restauración, el equipo descubrió más de 30,000 objetos en el Molino. En colaboración con un equipo de arqueología, cada pieza fue analizada, y los objetos de valor histórico fueron recuperados, rotulados y clasificados. Algunos objetos considerados basura, como videocaseteras y televisores de tubo encontrados en los pisos superiores, fueron descartados en más de 20 volquetes.

Uno de los aspectos más minuciosos de la restauración fue la recuperación de los más de 1200 metros cuadrados de vitrales del Molino. Estos vitrales, compuestos por cientos de pequeñas piezas de vidrio unidas por sutiles soldaduras, exhiben una representación de la famosa obra de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, y las aventuras del protagonista con los molinos de viento. A pesar de la falta de iluminación natural debido a las construcciones cercanas, se ha instalado iluminación LED para devolverles su brillo original.

El Edificio del Molino, inaugurado en 1916, fue una obra destacada para su época. Diseñado por el arquitecto italiano Francisco Gianotti, representante del estilo art nouveau en Argentina, se construyó en un tiempo récord. Desde que Gianotti asumió el proyecto hasta su inauguración, solo pasaron cuatro años.

El Molino fue uno de los primeros edificios en Latinoamérica en utilizar hormigón premoldeado, que se utilizó en la torre cúpula y en la escalera de acceso al último nivel. También fue uno de los primeros en Argentina en utilizar hormigón armado. Además, parte de su estructura es metálica. El edificio fue modificado por Gianotti, unificando los subsuelos, la planta baja, el primer piso y la azotea, y reduciendo los demás pisos de tres a dos.

Con la “Experiencia Molino”, los visitantes tienen la oportunidad de descubrir los resultados de este trabajo colectivo y explorar los rincones y secretos de este emblemático patrimonio cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Mientras tanto, la confitería espera con ansias su reapertura definitiva, que aún no tiene fecha, para volver a llenar el lugar de visitas, conversaciones y el aroma característico del café.

Por Sistema Urbano

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