Durante cinco décadas y dos años de labor en distintas casas editoriales, lanzó al mercado más de cuatro mil libros de escritores como Julio Cortázar, Mario Benedetti, Andrés Rivera, Abelardo Castillo, Eduardo Galeano y Juan José Saer, entre otros. “Díaz me cambió la vida. No quiero imaginarme lo que podría haber sido de mí sin su interés y su impulso”, afirma Ana María Shua. La autora estará presente en el tributo a Díaz, junto con Carlos Ulanovsky, Ignacio Iraola y Horacio Tarcus.
El destacado editor de “la vieja escuela”, quien ha difundido más de cuatro mil volúmenes a lo largo de cincuenta y dos años de trayectoria, será reconocido como una figura destacada en el ámbito cultural este martes a las 18:00 horas en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. La travesía de Alberto Díaz se asemeja a un fascinante periplo por el universo de la edición argentina y latinoamericana. El primer hito se remonta a 1969 con la apertura de la filial de Siglo XXI en Buenos Aires, seguido por un período en el exilio en Colombia y México, donde asumió la dirección de la editorial Alianza. Tras el retorno de la democracia, estableció la sede de Alianza en el país y fungió como su director editorial hasta 1991. También estuvo al frente de la editorial Losada y posteriormente se integró a Espasa Calpe, entidad que se fusionó posteriormente con el grupo Planeta, donde desempeñó labores editoriales en Emecé y supervisó los sellos de mayor perfil literario, como Seix Barral y Destino.
Durante una trayectoria hacia Montevideo, se topó con “Las venas descubiertas de América Latina”, obra de Eduardo Galeano; fungió como editor para Julio Cortázar, Antonio Di Benedetto, Ernesto Sabato, Mario Benedetti, Ricardo Piglia, María Elena Walsh, Jorge Luis Borges, Tulio Halperin Donghi, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Andrés Rivera, Abelardo Castillo, Juan Gelman y Juan José Saer. Optó por apartarse en 2022 y, entre otras actividades, se dedicó a escribir un libro acerca de Saer, encomendado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL), el cual verá la luz este año.
En el recinto del Salón Dorado de la Legislatura, Díaz se le otorgará un diploma por parte del legislador Franco Vitali, en presencia de Carlos Ulanovsky, Ana María Shua, Ignacio Iraola y Horacio Tarcus. “La importancia de Alberto Díaz en la edición en habla hispana es enorme. Vía Alianza y Siglo XXI, en los 60 y los 70 Alberto inventó un modo de editor: el editor que viajaba por Latinoamérica descubriendo talentos y fundando editoriales, en un momento en que la edición argentina era la más potente en habla hispana. Alberto descubrió autores, abrió mercados, ayudó a las librerías”, sintetiza Iraola la “enorme influencia” de Díaz y lo caracteriza como “un militante absoluto de los libros”. Iraola, quien ocupó el cargo de director editorial del Grupo Planeta para el Cono Sur desde 2005 hasta 2022, compartió experiencias de viajes, asistió a conferencias, compartió habitaciones de hotel y participó en ceremonias de premiación junto a Díaz. “De Alberto aprendí dos cosas centrales en mi vida: dignidad y lealtad ante todo”, finalizó.
Finalizando marzo en el año 1976, mientras desempeñaba labores en Siglo XXI, Díaz fue capturado por un escuadrón de la Marina. Permaneció desaparecido por más de un mes y medio, sometido al aislamiento y a vendas en los ojos, sin posibilidad de entablar comunicación con nadie, hasta que finalmente fue liberado y optó por exiliarse en Colombia junto a su esposa, la historiadora María Ester Rapalo, y sus dos hijos, Laura y Carlos. Fue durante el exilio en México donde Ulanovsky lo conoció. “El buen afecto fue naciendo en comiditas, en festejos o preocupaciones de la tribu argenta, en cumpleaños de hijas e hijos, en cruces casuales. Fue simple advertir que los Díaz eran gente sencilla, con sentido de la convivencia y de la solidaridad. Venían de pasarla mal, como casi todos, pero estaban enteros, hablaban en tono discreto y eran mesurados y fáciles de tratar”, rememora el periodista, quien destaca que el capítulo cinco de su obra “Disfrutemos mientras estamos aquí” está dedicado a Alberto y María Ester. El ensayo lleva por título “Bajo el volcán” y trata sobre algunos de los desafíos del clima mexicano, como la temporada de lluvias, los temblores y los terremotos, y la contaminación del smog. Ellos siempre fueron la antítesis de la tormenta, representando una esperanzadora y vibrante manifestación de ‘después de la tormenta, llega la calma.
En el año 2006, Ana María Shua se encontraba con la mayoría de sus obras sin uniades y la editorial Sudamericana, donde publicaba, le comunicó que no tenía planes de reeditarlas. Después de la terminación de los contratos, se embarcó en la búsqueda de un nuevo hogar para sus libros. “En ese momento no tenía una nueva novela y cualquier autor sabe lo difícil que es cambiar de editorial sin un libro inédito. Entonces pensé en Alberto Díaz, de Planeta, a quien conocía apenas, pero que siempre me había parecido una excelente persona y un editor de altísimo nivel. Tuve la enorme suerte de que Alberto se interesara en mí. No en mi próxima novela, sino en mí como autora, en mis libros, en lo que pomposamente se podría llamar mi obra. Y en mis posibilidades futuras. Díaz aceptó contratar todos mis libros de ficción, armó un cronograma de reediciones… ¡y lo cumplió! Y, por si fuera poco, tuvo razón y las reediciones se vendieron. Alberto Díaz me cambió la vida. No quiero imaginarme lo que podría haber sido de mí y de mis libros sin su interés y su impulso”, reflexiona la autora de “Los amores de Laurita”.
Shua resalta que Díaz siempre fue “un editor de literatura, volcado hacia la calidad y la perdurabilidad de los textos, mucho más que hacia el éxito comercial inmediato”. A pesar de no haber intervenido directamente en la edición de sus libros, revela que Alberto realizó algo “mucho mejor” al establecer importantes asociaciones dentro de Planeta. Optó por publicar las obras de Shua bajo el sello Emecé y las confió a la editora Mercedes Güiraldes. En el ámbito de la literatura infantil, la llevó ante Adriana Fernández, quien actualmente ejerce como directora editorial de Planeta, aunque en ese entonces se desempeñaba como editora de literatura infantil. “El papel de Alberto fue siempre el de un gran lector, que es lo que un escritor espera de sus editores. Fue amigo y defensor de sus autores, por los que a veces tuvo que librar batallas con el sector comercial de Planeta”, reconoce la escritora y pondera que se preocupó por el catálogo. “Alberto no es un editor de novedades; luchó porque los libros de sus autores estuvieran siempre en librerías. No hay que hablar en pasado; un editor sigue siendo editor para siempre. Alberto Díaz es el editor de mis sueños”.
Carlos Díaz, quien siguió la tradición familiar, expresa su gran fascinación por su padre. “Alberto Díaz es un gran editor, uno de los buenos, de la vieja escuela, de esos que están en franca extinción, aunque probablemente lo que esté en crisis sea ese mundo editorial que era impensable sin estos editores. Me gusta verlo como un protagonista de la historia de la edición argentina y latinoamericana. Un protagonista junto a muchos y muchas más, porque la historia de las grandes editoriales que nos marcaron y que seguimos queriendo hasta hoy, incluso las que desaparecieron, fueron en general proyectos colectivos, fueron hijos de un clima de época y no se explican por la genialidad de una única persona. Alberto navegó esas aguas durante más de cincuenta años junto a traductores, editores, autores, libreros y lectores que le dieron forma a nuestro querido mundo cultural. Así como muchos de los libros que publicó ya cumplieron su ciclo, muchos otros se siguen y seguirán leyendo, son libros considerados clásicos, forman parte de bibliografías y de nuestro acervo cultural. Ese es el mejor legado de un buen editor”.
Por Sistema Urbano
